Construyendo democracia desde la memoria: Reflexiones sobre Jajapo Democracia! y el futuro del espacio cívico

Autor: Olga Caballero

Por Olga Caballero, cofundadora y directora ejecutiva de Alma Cívica

 «La mejor resistencia al totalitarismo es simplemente expulsarlo de nuestras propias almas.» Václav Havel

Desde Alma Cívica he tenido el privilegio de acompañar a jóvenes y comunidades en Paraguay en la creación de espacios de participación democrática. El proyecto Jajapo Democracia!, que llevamos a cabo en colaboración con el programa de cooperación Transition del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa, surgió como una respuesta a las crecientes amenazas que enfrenta nuestra democracia. Nos encontramos en un momento crítico en la región, donde ciertos avances en el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales están siendo cuestionados, alimentados por desinformación y una evidente agenda que busca erosionar todo aquello que no piense igual, y Paraguay no es la excepción. 

No quiero enfocar esta reflexión desde un punto de vista fatalista, pero sí quiero ser realista: la historia reciente de nuestro país, marcada por una de las dictaduras más largas de América Latina, nos recuerda lo frágiles que pueden ser nuestras conquistas democráticas.

En este contexto, la memoria juega un papel clave. Como mencionó el profesor Martin Palouš durante su visita a Asunción, «cada generación tiene su propia memoria y su propia misión». Esta reflexión me resonó profundamente. Jajapo Democracia! no solo buscó transmitir conocimientos sobre los derechos humanos y la democracia, sino también empoderar a las juventudes para que se conviertan en los protagonistas de su propio futuro. La memoria de lo vivido y sufrido en regímenes autoritarios nos da la responsabilidad de evitar repetir los errores del pasado, sobre todo cuando hoy enfrentamos amenazas a las libertades de asociación y organización en nuestro espacio cívico.

Uno de los principios que enfatizó Palouš en nuestras sesiones fue la idea de que la democracia es más que un sistema de gobierno: es un ethos, una forma de vida que requiere una participación activa y comprometida. Esto es exactamente lo que promovemos desde Alma Cívica así como otras organizaciones hermanas con misiones similares. No se trata solo de enseñar sobre elecciones o procesos políticos, sino de inspirar una participación constante y profunda en la vida cívica de las comunidades. Los jóvenes que participaron en el proyecto lo comprendieron de esta manera, viendo en la democracia no solo un deber, sino una verdadera oportunidad para transformar sus realidades. Supieron conectar ese concepto que a veces parece distante, puramente político o incluso utópico—un sistema que debería funcionar para todos—con aspectos concretos y cotidianos de su día a día.

Otro aspecto que resonó en nuestras conversaciones fue la advertencia de Václav Havel sobre el autoritarismo: «La mejor resistencia al totalitarismo es erradicarlo primero de nuestras propias almas». Este concepto nos invita a reflexionar sobre cómo los patrones autoritarios no solo se imponen desde las esferas de poder, sino que también pueden arraigarse en nuestras actitudes y comportamientos cotidianos. En Paraguay, donde los ecos de la dictadura aún se sienten, es vital que nos preguntemos si estamos fomentando un verdadero espíritu democrático o si, de manera sutil, seguimos replicando estructuras autoritarias. Desde Alma Cívica, creemos que la solución está en fortalecer una cultura democrática desde la base, empoderando a los ciudadanos para que exijan, pero también para que practiquen la democracia en su vida diaria.

Hoy en día, la juventud en Paraguay y en América Latina enfrenta enormes desafíos. La apatía política, la falta de oportunidades y la erosión de los espacios de participación son barreras que amenazan con desconectar a una generación de su papel en la defensa de la democracia. Sin embargo, lo que profundizamos con Jajapo Democracia!, especialmente en nuestras conversaciones con Martin Palouš es que la democracia es un proceso dinámico que debe ser constantemente revitalizado por nuevas generaciones. Cada joven que se forma en ciudadanía y derechos humanos no solo se convierte en un defensor de la democracia, sino en un constructor de futuro.

Las lecciones que hemos aprendido con este proyecto, sumadas a la sabiduría de figuras como Martín Palouš y al conocimiento de la historia de la transición hacia la libertad en la República Checa, con líderes como Václav Havel, nos han brindado una comprensión más profunda de lo que implica construir y defender la democracia. La Revolución de Terciopelo en 1989, que marcó el fin del régimen comunista en Checoslovaquia, no solo simboliza la resistencia pacífica ante la opresión, sino también la capacidad de un pueblo unido para reclamar sus derechos sin recurrir a la violencia. Esta revolución es un poderoso recordatorio de que la verdadera resistencia no siempre implica fuerza física, sino que puede ser una resistencia moral y espiritual que se niega a aceptar el totalitarismo en cualquiera de sus formas.

Estas experiencias nos enseñan que el camino hacia la libertad es largo y requiere compromiso, y que las conquistas democráticas no son permanentes a menos que se cultiven y protejan continuamente. La resistencia, como la que lideró Havel y el pueblo checo, nos muestra que incluso en los contextos más oscuros, la esperanza y la acción colectiva pueden generar un cambio duradero y transformador.

Nos recuerdan que la democracia no se defiende solo con grandes discursos, sino en las pequeñas acciones cotidianas. En un momento en que las libertades cívicas están en riesgo en nuestra región, debemos redoblar esfuerzos para fortalecer el tejido democrático. Como señaló Martin Palouš, «no basta con resistir los embates externos, también debemos vigilar nuestros propios corazones para no ceder a la tentación del autoritarismo».

Y, como hemos escuchado tantas veces en Paraguay, «un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla». Esta idea conecta perfectamente con la reflexión de Carl Jung, quien afirmaba: «Lo que no se hace consciente, se manifiesta en nuestra vida como destino». Ambas frases nos invitan a reflexionar sobre la importancia de conocer y entender nuestra historia, no solo como un recordatorio del pasado, sino como una guía para evitar caer nuevamente en los errores que amenazan nuestra libertad.

Al mirar hacia el futuro, confío en que las juventudes que participan en diversos espacios que la sociedad civil organizada ofrece continuarán el trabajo de fortalecer la democracia en Paraguay y más allá, con la convicción de que una democracia activa y participativa es la mejor defensa contra cualquier amenaza.

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Olga Caballero

Cofundadora y directora ejecutiva de Alma Cívica

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