Septiembre es un mes que nos invita a reflexionar sobre dos pilares fundamentales para el presente y el futuro de nuestro país: la juventud y la democracia. El 15 de septiembre celebramos el Día de la Democracia, recordándonos que solo a través de la participación ciudadana activa, la justicia, el respeto por los derechos humanos y el espacio cívico podemos construir un país inclusivo, libre y próspero para todos.
En el marco de estas fechas tan significativas, compartiremos una serie de artículos relacionados con estos temas, con el fin de generar debate, reflexión y acción. En este primer artículo damos un vistazo a la historia política paraguaya y algunas victorias que hemos alcanzado en pos de la democracia, sin embargo existen amenazas que promueven un retroceso como el proyecto de ley «QUE ESTABLECE EL CONTROL, LA TRANSPARENCIA Y LA RENDICIÓN DE CUENTAS DE LAS ORGANIZACIONES SIN FINES DE LUCRO».
Te invitamos a involucrarte más que nunca, a mantenerte informado, a participar y promover activamente el diálogo, a defender la pluralidad de ideas y, sobre todo, a trabajar todos los días en el fortalecimiento de nuestra democracia.

Por Alejandra Saucedo, coordinadora de proyectos en Alma Cívica
El año 1811 no fue un año cualquiera; la historia señala que Paraguay en la noche del 14 y la madrugada del 15 de mayo dió su primer grito de libertad. Sin embargo, esa libertad terminó de escribirse recién en 1992, cuando nuestro país adoptó su primera constitución democrática, doblemente simbólica tras el fin de la dictadura más larga de América Latina bajo el régimen del tirano Alfredo Stroessner.
Si bien ambos eventos fueron importantes, pero insuficientes para una verdadera consolidación de la libertad, quizás debido a los silencios ensordecedores que los siguieron y limitaron ambas conquistas a meros hitos históricos. Hoy necesitamos reconocerlos como el comienzo de un proceso permanente que requiere la participación activa de la ciudadanía, porque la peor amenaza a la libertad es tomarla por sentado.
“¡Ni opresores, ni siervos alientan, donde reinan unión e igualdad!”, nos recuerda nuestro himno nacional. Esto se hace tangible gracias a la democracia que nos iguala, dándonos voz y voto en las decisiones que nos afectan, abriendo las puertas al encuentro del otro, ampliando la mirada con la que confrontamos la realidad que nos interpela constantemente, y sentando las bases para una colaboración y participación.

Existen muchas formas de participar; a veces lo hacemos de una manera más activa y otras delegamos esta responsabilidad a las autoridades y funcionarios públicos, quienes deben de velar por el bien común y regirse por los principios democráticos consagrados en nuestra constitución. Por esto, la democracia es la principal guardiana de la libertad, y nosotros, los ciudadanos, debemos ser los custodios permanentes de la democracia porque la mayor amenaza que enfrenta radica en que la demos por sentada.
Aún tenemos un largo camino para consolidar la democracia en nuestro país. Enfrentamos grandes desafíos donde la ciudadanía activa será clave para superarlos. Al involucrarnos en asuntos públicos, ya sea a través de organizaciones, grupos comunitarios o simplemente votando, contribuimos a una sociedad más justa y equitativa. La participación no es solo un derecho, sino también una responsabilidad para garantizar que nuestras voces sean escuchadas y nuestras necesidades y legítimos intereses atendidos también.
Actualmente, el Congreso está evaluando el proyecto de ley «QUE ESTABLECE EL CONTROL, LA TRANSPARENCIA Y LA RENDICIÓN DE CUENTAS DE LAS ORGANIZACIONES SIN FINES DE LUCRO». Aunque a primera vista pareciera razonable y hasta deseable establecer mejores mecanismos de control y transparencia, especialmente en un país afectado por la corrupción y la impunidad, el texto del proyecto podría resultar en una regulación excesiva al limitar la capacidad operativa de las organizaciones, afectando su autonomía y reduciría su efectividad en la promoción de los derechos e iniciativas que llevan a cabo.

Además, el proyecto de ley podría abrir la puerta a una forma de censura indirecta. Si se imponen requisitos de rendición de cuentas y control demasiado estrictos, existe el riesgo de que se usen para silenciar o restringir a las organizaciones que critican al gobierno o cuestionan políticas públicas. En lugar de mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, estas medidas podrían limitar la libertad de expresión y el protagonismo ciudadano, derechos fundamentales garantizados por nuestra constitución nacional.
Entre los puntos más preocupantes se encuentra la redacción ambigua y excesiva que permite que cualquier persona o entidad relacionada con fondos públicos sea sometida a este control, generando incertidumbre y temor entre quienes desean participar activamente en la vida cívica. Las sanciones propuestas, como multas elevadas y el cierre definitivo de organizaciones, podrían afectar especialmente a las OSC más pequeñas, esenciales para las comunidades.
Más allá del impacto en estas organizaciones, que es preocupante por su efecto directo en la calidad de nuestra democracia, la ley desalienta la creación de nuevas iniciativas y limita la libertad de asociación. En una democracia consolidada, es crucial que haya espacio para la diversidad de opiniones y asociaciones, para que todos puedan contribuir al bien común sin temor. Además, el proceso legislativo ha sido cuestionable, ya que la democracia exige apertura al debate y la inclusión de todos los sectores afectados para fortalecer, no limitar, la democracia.

Este escrito más que un detalle respecto a los atentados constitucionales de la ley, busca ser un llamado a optar por la esperanza y la participación. Nuestra democracia merece que sigamos trabajando por fortalecerla, merece que las instituciones busquen promoverla y no limitarla, merece ciudadanos comprometidos con su rol.
Defender los espacios cívicos y las organizaciones que los promueven no es solo una cuestión de quienes participan de los mismos sino un compromiso responsable de cada ciudadano realmente comprometido con la democracia y dispuesto a defenderla. La democracia exige y debemos hacernos cargo.
Este artículo contiene opiniones expresadas por el autor y no necesariamente refleja las posturas o ideas oficiales de Alma Cívica. Las opiniones aquí expresadas son de carácter personal y no deben considerarse como declaraciones representativas de la posición institucional de la organización. La diversidad de perspectivas es bienvenida en nuestro espacio, y animamos a nuestra Red a expresar sus puntos de vista individuales, reconociendo que estas opiniones son atribuibles únicamente a los autores respectivos.