Reflexión de Olga Caballero, cofundadora y directora ejecutiva de Alma Cívica, en el diálogo regional sobre retrocesos democráticos organizado por International IDEA y la Agencia de Cooperación Española (AECID) en la Antigua Guatemala del 2-4
En un contexto global y regional marcado por el deterioro de las instituciones democráticas y la creciente persecución a las organizaciones de la sociedad civil (OSC), tuve el honor de ser invitada a participar en un Diálogo Regional sobre cómo frenar los retrocesos democráticos en América Latina. Este encuentro, celebrado del 2 al 4 de octubre en La Antigua Guatemala, reunió a líderes políticos, representantes de la sociedad civil organizada, funcionarios y ex funcionarios públicos, académicos, creadores de políticas públicas y diversas cooperaciones internacionales de más de 19 países, con el fin de debatir estrategias para fortalecer las instituciones frente a las crecientes amenazas autoritarias en la región.
Durante el evento, se presentó el Informe sobre el Estado Mundial de la Democracia 2024 de IDEA Internacional, que evidenció retrocesos significativos. Uno de los puntos que más me llamó la atención fue la identificación de 12 tendencias claras que reflejan estos retrocesos, repetidos en diferentes niveles:
- Drenaje e instrumentalización del Poder Judicial: Se debilita el poder judicial, reduciendo su jurisdicción o edad de jubilación de los jueces, para luego reemplazarlos con aliados del gobierno que legitimen sus políticas y persigan a la oposición.
- Manipulación del sistema electoral: Cambios en el sistema electoral, como la manipulación de distritos o la descalificación de oponentes, favorecen a quienes están en el poder y controlan los procesos electorales.
- Debilitamiento de la oposición: Limitar la capacidad de la oposición mediante sanciones, expulsiones del parlamento o reducción de su poder de negociación.
- Caparazón democrático: Aplicar medidas que parecen democráticas, pero que en la práctica no lo son, copiando modelos de otras democracias sin los mecanismos de control adecuados.
- Desplazamiento de competencias: Transferir poderes a instituciones controladas por el gobierno, garantizando que el control permanezca en manos leales al régimen.
- Captura política: Modificar los procesos de nombramiento para asegurar que los funcionarios respondan al control político.
- Enjuiciamiento selectivo: Utilizar la ley de manera discriminatoria para procesar a opositores políticos y grupos vulnerables.
- Evasión de límites de mandato: Eliminar o manipular los límites de mandato argumentando que el líder es indispensable para la nación.
- Ampliación del poder ejecutivo: Aumentar el control del ejecutivo sobre áreas clave como las finanzas y los nombramientos, erosionando los controles al poder.
- Atrincheramiento: Implementar reformas difíciles de revertir, que requieren supermayorías para deshacerlas, asegurando el control a largo plazo.
- Reducción del espacio cívico: Atacar medios de comunicación, OSC y libertades civiles mediante regulaciones, cierres o control sobre medios, y restringir derechos de expresión y asociación.
Estrategias no institucionales: Utilizar retórica populista o políticas discriminatorias para consolidar el poder, bloqueando cualquier intento de revertir dichas medidas.
Como organización de la sociedad civil, Alma Cívica ha vivido en carne propia los constantes atropellos de un grupo de poder que ve con desagrado nuestra existencia. En las diversas actividades participativas, compartí la experiencia de Paraguay, un país donde las OSC enfrentamos crecientes y preocupantes dificultades debido a estos ataques sistemáticos. Particularmente la reciente aprobación de un proyecto de ley que, bajo la premisa de promover la transparencia, replica medidas propias de regímenes autoritarios, poniendo en riesgo nuestra libertad de participación y asociación. Esta legislación amenaza directamente nuestra autonomía, limitando nuestra capacidad de operar y defender los derechos fundamentales.
En las sesiones de trabajo, salieron a la luz algunos patrones comunes que las OSC estamos enfrentando a nivel regional y se discutieron ideas para contrarrestar estos abusos de poder y construir más comunidad. A continuación, destaco algunas reflexiones clave:
Amenazas comunes enfrentadas por las OSC:
- Estigmatización y desinformación: Las OSC son objeto de campañas de desprestigio que las asocian con grupos criminales o terroristas. Los medios y redes sociales, frecuentemente controlados por el gobierno o por grupos afines al poder de turno, amplifican estas narrativas con el uso de bots y tecnología avanzada. En Paraguay es más preocupante aún ya que son dueños de medios de comunicación y agencias que manejan legiones de perfiles que solo sirven para desprestigiar y difundir mentiras.
- Inviabilización burocrática y financiera: Los gobiernos imponen leyes y normativas que dificultan el acceso a fondos públicos e internacionales. En algunos casos, los bancos, bajo presión estatal, bloquean cuentas o exigen trámites adicionales para obstaculizar la operatividad de las OSC.
- Intimidación y represión directa: Desde campañas de desprestigio hasta acoso y amenazas físicas, los activistas y representantes de las OSC están bajo ataque constante. En los casos más extremos, hemos visto deportaciones y exilios forzados, especialmente en países donde el espacio cívico está más cerrado.
- Cooptación de liderazgos: Los gobiernos intentan cooptar liderazgos dentro de las OSC, debilitando su capacidad de movilización. La falta de solidaridad entre organizaciones frente a estos ataques ha fragmentado el movimiento en áreas clave como derechos humanos, medio ambiente y comunidad LGBTQ+.
Gracias a diferentes momentos donde se activó la inteligencia colectiva, las ganas y el optimismo de seguir trabajando se hablaron de diferentes estrategias y oportunidades que podemos construir con otros frente a la avalancha en ecosistemas hostiles, las que pude resumir las comparto aquí:
- Alianzas regionales e internacionales: Es fundamental fortalecer las redes internacionales y regionales para proteger a los activistas y fomentar la profesionalización de las OSC. También se propone la internacionalización de personerías jurídicas en países más abiertos y la creación de «safe havens» donde las OSC puedan operar libremente.
- Estrategias de movilización y comunicación: Las OSC deben reinventar su forma de comunicarse con la ciudadanía, utilizando plataformas como TikTok para mostrar transparencia y generar apoyo público. Además, es crucial documentar y denunciar los ataques para crear visibilidad y presión internacional.
- Fortalecimiento interno: Crear alianzas con profesionales como abogados y auditores puede ayudar a las OSC a superar los crecientes obstáculos burocráticos. Además, es vital incluir en las propuestas de financiamiento el bienestar físico y mental de los miembros de las OSC.
- Innovación y diversificación: Las OSC deben explorar nuevas formas de financiamiento y activismo, adaptándose a un entorno cambiante. El litigio estratégico también es una herramienta poderosa para contrarrestar la represión.
Durante los dos días de trabajo, contamos con la participación de figuras clave como la ex Presidenta Michelle Bachelet de Chile, el ex Presidente Francisco Sagasti de Perú y el ex Presidente de Costa Rica Luis Guillermo Solís, quienes compartieron valiosas reflexiones sobre la defensa de la democracia y la importancia de aprender a trabajar con otros, incluso con aquellos que piensan distinto, siempre que compartan valores democráticos.
Este diálogo fue un espacio crucial para explorar soluciones prácticas que fortalezcan nuestras instituciones y refuercen la resiliencia democrática en la región. Creo que estos días de compartir y encontrarnos de forma presencial, que no es menor, reafirmó el compromiso de seguir trabajando en defensa de la democracia y los derechos fundamentales, en comunidad con otras organizaciones, creando puentes y fomentando la participación ciudadana para que las voces disidentes sean escuchadas. También algo que salió como una idea recurrente: concretar espacios con ese otro que piensa distinto, crear, como se lo llamó aquí “diálogos improbables”, claro que esto se puede dar con un otro está abierto hacerlo. Decía Paulo Freire que “Nadie se salva solo, nadie salva a nadie: todos nos salvamos en comunidad”
La resistencia por una Latinoamérica más justa y democrática continúa, y como reflexionamos al final del evento, esto no se logra en solitario. Necesitamos seguir construyendo comunidad desde las bases, conectar la democracia con la vida cotidiana, hacerla cercana, accesible y, sobre todo, amena. La democracia debe ser vivida en los espacios públicos, donde nos encontremos no solo para debatir, sino también para disfrutar, compartir y aprender. Es crucial que la educación cívica deje de ser percibida como algo aburrido o estrictamente académico, y se transforme en una experiencia que nos permita disfrutar de nuestro entorno, con arte, música y actividades que fortalezcan el sentido de pertenencia.
Crear espacios donde participar en la democracia sea tan agradable como enriquecedor, donde el ejercicio de nuestros derechos se combine con el goce de la vida pública. En tiempos difíciles, aferrarnos al optimismo es esencial, recordando que como humanidad hemos superado momentos oscuros. Hoy, más que nunca, el mundo necesita liderazgos que comprendan la importancia de construir en comunidad, que estén formados en valores, y que sean talentosos y efectivos para incidir por el bien común.
Agradezco profundamente la invitación. Conectar con personas abiertas, serias y divertidas, cuyas carreras están dedicadas a contribuir a la construcción de mejores sociedades, sin duda llena de esperanza y optimismo, y nos recuerda que somos parte de una gran comunidad humana. Valoro la diversidad de sectores e ideas, y como decía la gran Hannah Arendt: “Los asuntos de la política son demasiado serios para dejarlos solo en manos de los políticos”. Por eso, nos corresponde a todos ser parte activa de la solución, con entusiasmo y compromiso, construyendo juntos un futuro más democrático y participativo. Resistir con otros de forma activa para construir resiliencia.