El cuidado del medioambiente es una tarea que debe ser asumida por todos, desde el Estado, con el diseño y ejecución de políticas públicas enfocadas a un desarrollo sostenible y que respete los derechos de las personas más vulnerables; con empresas comprometidas con la sostenibilidad y con el uso responsable de los recursos naturales y con ciudadanos activos, participativos y comprometidos con la biodiversidad y los ecosistemas.
Para reflexionar y abrir el debate en este mes enfocado al medioambiente, invitamos a Albert Núñez, presidente de la ONG Sembrando Conciencia, activista por la Justicia Ecológica, estudiante de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Asunción, y la carrera de Psicología en la Universidad Americana y miembro de la Red Política y Liderazgo Emergente de Alma Cívica, a hacer un análisis, en nuestro espacio #YoParticipo, sobre las políticas públicas enfocadas al ambiente y el bien común, exponiendo su visión personal. Te invitamos a continuar la lectura.
Por Albert Núñez
La política es el conjunto de acciones que se asocian a la toma de decisiones en grupo, por ende, estas deben estar enfocadas al bien común. De esta situación no podemos separar el bienestar del medio en el que nos desenvolvemos, son dos cosas indivisibles porque si nuestro entorno está mal, también lo estaremos nosotros.
Existen dos formas de abordar esta situación, una por el sentido lógico de cuidar y proteger nuestro medio y la vida silvestre, por el bien común, y otra que nos acerca más a la realidad, porque llegamos a un estado crítico de explotación, consumismo y contaminación, que pueden poner en peligro la existencia de gran parte de la población y sus seres vivos.
En un ambiente insalubre donde las personas desarrollan su vida diaria sería inevitable que su calidad de vida disminuyera por el deterioro de su salud física y mental. De la misma forma a gran escala, catástrofes ambientales como sequías o grandes inundaciones pueden desplazar a poblaciones enteras y poner en riesgo su nivel y calidad de vida.
Entre los problemas más acuciantes se encuentran la degradación de los ecosistemas acuáticos y terrestres, la pérdida de biodiversidad, la escasez del agua para consumo humano y la contaminación de los recursos hídricos, de los suelos y del aire. A esta lista, se suman problemas relativamente nuevos como el impacto y la vulnerabilidad ante el cambio climático.

Los asuntos ambientales y sus problemas son de carácter global, por lo tanto, sólo el trabajo unido de todos los pueblos de la tierra puede permitir afrontarlos y solucionarlos con éxito, sin alterar el principio de que los países tienen el derecho soberano de explotar sus propios recursos en aplicación de su política pública ambiental. De tal manera existe la necesidad de garantizar, desde los gobiernos, el derecho a un ambiente saludable y armónico con políticas públicas sustentables y sostenibles, donde el Estado, en primer lugar, cumpla este rol de primera necesidad.
Desde la academia existen cátedras como Ecología Política y profesiones como Ecología Humana, ambas estudian las relaciones de poder del ser humano con el medio ambiente sobre otros. Informa a los formuladores de políticas y organizaciones sobre las complejidades que rodea el medio ambiente y el desarrollo, contribuyendo así a una mejor gobernanza ambiental, estudia el entorno natural comunitario en el contexto de su entorno político, presión económica y regulaciones sociales. Estudia cómo las relaciones desiguales en y entre las sociedades afectan el medio ambiente natural, especialmente en el contexto de la política gubernamental.
En Paraguay parecería que es un tema de interés todavía polarizado para el pensamiento colectivo, pero no es así, inevitablemente el contexto socio ambiental cada vez va tomando más relevancia y fuerza a nivel Nacional. Existen leyes desde el final del siglo pasado y con más relevancia en el siglo XXI, de protección del ambiente y su biodiversidad como también compromisos internacionales como Ley N° 5681 que aprueba el acuerdo de París sobre el cambio climático, promulgado en el año 2016 que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y busca mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 °C. Propone aumentar la habilidad de los partes para establecer medidas de mitigación, adaptación y resiliencia al cambio climático.
Como tal tenemos el compromiso de presentar las contribuciones nacionales determinadas (NDC) que cada país establece para conseguir el objetivo global, estas requieren que sean ambiciosas, que presenten un progreso brindando un informe cada cinco años y registrándolo en la Secretaría de las UNFCCC.
En conclusión, no existe una barrera divisoria entre el bien común y ambiente como sí existe en el concepto antiguo del desarrollo a partir del bienestar individual y su ambiente. Podemos decir con fundamentos científicos que existe un hilo interconectado entre todo el comportamiento natural, de la flora, fauna que trabajan en armonía para el desarrollo equilibrado de la vida en el planeta, como por ejemplo los ciclos de lluvias, la migración de animales y las estaciones del año. La injerencia humana no debería alterar esta cadena sino contribuir a su bienestar y correcto desarrollo.
Es por todo esto que todas las políticas públicas generadas y adoptadas en Paraguay y el mundo, desde el desarrollo social, cultural, urbanista, industrial, turístico, económico y todo lo que genere un impacto socio ambiental debe estar enfocado en pos del bien común, léase también en pos del ambiente y su biodiversidad.
Este es uno de los nuevos desafíos que existen en nuestro espectro político. Como dice Hannah Arendt, teórica y escritora política alemán, “La sustentabilidad de la actividad humana, como tal, es un reto del bien común universal, reto que consiste en el hecho de no haber actividad productiva que no sea destructiva.”